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lunes, 30 de marzo de 2015

Pepita Teixidor, pintora entre las flores



Esta semana recupero la figura de una artista olvidada, con una obra exquisita y un reconocimento notable entre sus contemporanos, Pepita Teixidor ha caido en el olvido hasta hoy. Tiene el mérito de ser la primera pintora a la que se erige un monumento in memoriam en Barcelona y el pasado setiembre se conmemoró el centenario de su muerte.
 
Retraro de Pepita Teixidor por Ramon Casas
Pepita Teixidor nació en Barcelona en 1875, en el sino de una familia acomodada y amante de la pintura. Su padre ingeniero industrial se dedicó a la pintura cuando se retiró del negocio que tenia fabricación de luces metálicas, su empresa participó en la instalación del alumbrado público de España.

Sus dos hermanos Modest y Josep, también pintaban y fueron sus primeros maestros, junto con su padre i el pintor Francesc Miralles. Desde sus inicios se dedicó a la acuarela y la pintura de flores, técnica y género tradicionalmente considerados femeninos, a pesar que su hermano mayor le insistiera para que se dedicara al retrato. También utilizó otras técnicas como la aguada y la pintura al óleo.


Las flores eran su gran pasión, y las inmortalizó en su gran variedad y sobre múltiples soportes como telas, panes o abanicos. Sus obras por lo general, eran de tamaño mediano, y en ocasiones utilizó soportes redondos u ovalados.
Su clientela habitual era la burguesía barcelonesa de la época, pero su fama y su prestigio transcendieron los límites de la ciudad condal, e incluso la reina María Cristina compró obras suyas.
 
Portada de la revista la Ilustración Catalana con Pepita Teixidor
Además de la pintura, Pepita Teixidor también cultivo la música y el canto. Formo parte del grupo de mujeres que lucharon para poder exponer su obra en las galerías que habitualmente solo exponían artistas masculinos, en este grupo encontramos otras pintoras destacadas de la época como Lluïsa Vidal, Visitación Ubach, Antonia Farreras y Maria Luisa Güell.

Su talento y su fama la llevaron a exponer por varias ciudades europeas e incluso de América.  Participó en la Exposición Universal de París de 1900, y en dicha ciudad fue nombrada socia honoraria de  la Union des Femmes Peintres et Sculpteurs, y en 1912 de la Union Internationale des Beaux Arts et Lettres.
En 1900, junto con Lluïsa Vidal, Antonia Farreras, Juan Soler y Serafina Ferrer participó en la XVI Exposición de Bellas Artes Extraordinaria de Barcelona. Expuso en la Sala Parés de Barcelona en 1908, 1914 y 1916.  Partició en las Exposiciones Nacionales de Madrid, París y México, y en 1910 ganó la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bruselas.
 
Busto de Pepita Teixidor en el Parc de la Ciutadella, Barcelona
Como consecuencia de una grave enfermedad, murió en Barcelona el 1914.
Un grupo de mujeres a través de la revista Feminal, llevó a cabo una serie de iniciativas para poder erigir un monumento en su memoria. Así pues recaudaron un total de 300 obras de diferentes artistas del momento con las que se realizó una tómbola benéfica. Manuel Fuxà fue el encargado de realizar un busto en mármol blanco dispuesto en una peana. La escultura incluye los atributos de profesión de Pepita Teixidor, unos pinceles y unas flores. El monumento se encuentra todavía hoy en le parque de la Ciutadella de Barcelona. 
(Fuente: Wikipedia)

Para saber más:

Pintoras contemporáneas:

martes, 24 de marzo de 2015

Joana Biarnés, la fotoperiodista elegante



Me gustan las pioneras, son mi debilidad, pero cuando además de pionera, la mujer es intrépida y vive situaciones absurdas por ser transgresora ... ¡ya es lo más!.... Juana Biarnés encaja a la perfección en esta descripción, fue la mujer que supo colarse en el avión y en el hotel de los Beatles para conseguir una exclusiva histórica, la que engañó a Roman Polansky adoptando una identidad falsa, la que se sonrojó cuando Clint Eastwood la besó en los labios, la que retrató a un joven y desconocido Joan Manuel Serrat, la que fue fotógrafa personal de Raphael y la que reveló los negativos de la ceremonia de los Oscars de Hollywood en el lavabo de la casa de Xavier Cugat. Y así, mil historias más...¿continuamos? 


Se inició en la fotografía de niña, cuando ayudaba a su padre, fotógrafo deportivo, en el laboratorio. Estudió en la Escuela de Periodismo y trabajaba a menudo con su padre. Y aunque contaba con el apoyo de este no tuvo las cosas fáciles. En la década de los cincuenta, sólo un 20% de los alumnos de estudios superiores eran mujeres, y la mayoría lo hacían por status y no por tener una carrera profesional. Pero Joana Biarnés no desaprovechó ninguna de las clases en la Escuela Oficial de Periodismo, estudió con otras chicas (como Montserrat Campanyà, hija del fotógrafo Antoni Campanyà) y recibió clases de profesores como el fotógrafo Luis Marsillach o el periodista Manuel del Arco.

Junto con su padre, fue la encargada de fotografiar y dejar testimonio de las riadas de Terrassa de 1962. Vivia en Madrid y ese dia había ido a visitar a sus padres. Llegó a Terrassa en el último convoy, ya que pocos minutos después cayó el puente que permitía la conexión con Barcelona. Una vez en casa, su padre le pidió que preparara las cámaras mientras él salía a mirar qué pasaba. Pero cuando volvió, recuerda, le dijo que dejara las cámaras y saliera a ayudar. "La gente desaparecía por los agujeros de la alcantarilla", recuerda. Con los primeros rayos de sol, los dos fotógrafos decidieron ir a buscar las cámaras y dividirse para cubrir todo. Al reencontrarse, Joana cogió los rollos de película y comenzó a caminar hacia Barcelona para hacer autostop. Sin pensarlo, fue a revelarlo a casa de Antoni Campanyà. Cuando éste vio las fotografías llamó Federico Gallo, responsable de los informativos de TVE, y las fotografías sirvieron para dar a conocer la tragedia en todo el Estado.

Inundaciones en Terrassa, 1962

Se convirtió en testimonio una época interesante y, a la vez, muy dura para las mujeres que querían destacar profesionalmente. El franquismo no era la mejor coyuntura, y menos para aquellas que querían desarrollar una tarea considerada masculina, como la fotografía. Aunque algunas reporteras de guerra ya habían abierto el camino  no había ninguna pauta para aquellas que querían ser fotógrafos en un medio de comunicación, y menos, para las que lo querían llevar a cabo en pleno franquismo.
Cubría acontecimientos deportivos y fue objeto de una fuerte hostilidad por el hecho de ser mujer. Pese a contar con las acreditaciones necesarias para trabajar como reportera, protagonizó situaciones absurdas, como cuando un árbitro paró un partido de fútbol para tratar de impedir que una mujer tomase fotos del campo. Joana recuerda que fue en el campo de Les Corts, fue a ayudar a su padre, y des del público empezarón a critarle: :" A fregar platos! " le decían mientras montaba las cámaras… Yo nunca hacía caso, pero de golpe veo que el árbitro para el partido, viene hacia mí y me dice que se marche porque la zona está reservada. Yo le digo que soy fotógrafa y me dice que no le tome el pelo! Hasta que no vino el director del campo no se reanudó el partido. Fue muy fuerte".

Campo de Les Corts

En momentos así, Joana sabía que lo importante era no amedrentarse y tomárselo lo mejor posible. No era la única, la mayoría de mujeres trabajadoras de la época así lo tenían que hacer si no querían abandonar. Incansable, decidió definirse como fotógrafo (nunca fotógrafa, ya que le parecía más equitativo) y vestir muy femenina. Una determinación que ha sido siempre su rasgo más característico.
Y, curiosamente, esta fue una de sus armas más infalibles: el factor sorpresa funcionaba. Nadie se esperaba una mujer fotógrafa y, menos, bien vestida. Pero además, había un segundo elemento: muchas veces los hombres creían que "no podría hacer nada bueno" y la dejaban entrar en lugares privilegiados desde donde conseguía grandes instantáneas.

Ahora bien, a pesar de estas pequeñas ventajas, la mayoría de veces el simple hecho de ser mujer ya le complicaba las cosas. En Pueblo, por ejemplo, no la podían enviar cubrir temas a las Cortes Generales de Madrid. "Los grises me echaban. Yo llevaba acreditación y me conocían. Sin embargo, me decían que tenían órdenes de no dejarme pasar ", confiesa Biarnés.
Con el cierre de Pueblo y a través de las agencias para las que trabajó durante dos décadas, pudo desarrollar su talento y hacer realmente lo que más le gustaba: viajar para encontrar historias únicas y, a poder ser, que mostraran la realidad de la mujer trabajadora. Con su marido, el también periodista Jean Michel Bamberger, creó la agencia Sincropress, ya finales de la década de los setenta comenzó a viajar. Fue a México, donde conoció a la mujer de Pancho Villa y donde visitó la soldadera de Cuernavaca, una mujer muy grande que era la orgullosa encargada de llevar el correo postal al mismo revolucionario mexicano; recorrió Japón para plasmar la realidad de las mujeres pescadoras; fotografió delante del Kremlin al cantante Raphael, de quien era la fotógrafa personal ...
A pesar de tener "corazón de reportera", se desenamorarse del oficio debido al estilo sensacionalista que se imponía y decidió abrir un restaurante en la casa que tenía en Ibiza.


El cambio le permitió desarrollar una segunda gran pasión, la cocina, y en 1985 abrió el restaurante Ca na Joana, en Ibiza, uno de los mejores de la isla.

En diciembre de 2013 se inició una campaña de micromecenazgo en la plataforma Verkami para completar el presupuesto de un documental sobre ella, coproducido por Televisión de Cataluña, y que cuenta con el apoyo de la Diputación de Barcelona , el Instituto Catalán de las mujeres, el Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña y la Fundación Photographic Social Vision.

La Generalidad de Cataluña le concedió la Creu de Sant Jordi en 2014.


Para saber más:


Catalogo exposición: Fotògrafes pioneres a Catalunya (Anaïs Napoleón, Dolores Gil de Pardo, Carme Gotarde i Camps, Madronita Andreu, Montserrat Vidal i Barraquer, Rosa Szücs de Truñó, Carme García de Ferrando, Maria Serradell i Sureda, Roser Oromí Dalmau, Roser Martínez Rochina, Montserrat Segarra, Joana Biarnés). Barcelona : Institut Català de les Dones, 2005.