jueves, 23 de abril de 2015

Amélie Nothomb: La nostalgia feliz

Coincidiendo con Sant Jordi, aprovecho para iniciar una nueva sección sobre libros. Y quiero empezar precisamente con una autora que descubrí un Sant Jordi. 

Aprovechando la Diada  y la tarde libre, el 23 de abril de 2009 me pase la tarde callejeando y ojeando en los múltiples puestos de libros... he de reconocer que soy bastante impermeable a las recomendaciones y "los más vendidos", así que mientras la gente hacía cola y se llevaban a Stieg Larsson y Los hombres que no amaban a las mujeres a su casa, yo me dejé seducir una vez más por el amarillo de anagrama. 



En medio de una portada amarilla una foto de una señora con aire nipón sosteniendo el  filo de una catana… fue un flechazo, la imagen me cautivó, leí la contraportada y me fascinó… Así nació mi historia de amor con Amélie Nothomb, y desde entonces soy una fan incondicional de sus obras. Si tuviera que escoger entre uno de mis favoritos, pues lo tendría difícil, aunque seguramente serie alguno entre Estupor y temblores o Metafísica de los tubos. Pero he de reconocer que Barba Azul me gustó mucho y La nostalgia feliz lo leí en unas horas y me encantó.  Para mi suerte, Amélie es una autora prolífica, sus libros siempre me saben a poco porque son cortos, pero me gustan, lo bueno, si breve, dos veces bueno.
 

El último libro publicado de la autora empeza así: «Todo lo que amamos se convierte en una ficción. De las mías, la primera fue Japón.» 


En la novela la belga retoma el hilo de Ni de Eva ni de Adán, la narración de un idilio de juventud de su sosias literaria con Rinri. Dieciséis años más tarde, Nothomb acepta la invitación de una televisión francesa de regresar a su país natal. Allí no sólo se reencontrará con Rinri, sino también con su niñera, Nishio-san. El Japón de Nothomb son sus orígenes y un Shangri-La literario. Un país al que pertenece pero que le es extranjero: o sea, un oxímoron, como también parece serlo el título de la novela. El lugar en el que nació, y en el que se crió durante sus primeros cinco años, pero en el que, como hija del embajador belga, crecería inmersa y traspasada por una peculiar mixtura cultural. Y esto dota a su vital y melancólica prosa de una descacharrante lucidez. «Lo que has vivido», escribe Nothomb en el delicioso arranque de su nueva novela, «te deja una melodía en el interior del pecho: ésa es la melodía que, a través del relato, nos esforzamos en escuchar.» Gocemos con esta nueva partitura, pues sin duda suena muy bien.
(Fuente: Anagrama)

Sobre Amélie Nothomb



Debido a la profesión de su padre, diplomático de Bélgica, Amélie nació en Kobe (Japón) ,y vivió en varios paises como China, los Estados Unidos, Laos, Birmania y Bangladés. Habla japonés y trabajó como intérprete en Tokio. Desde 1992, ha publicado una novela cada año.

Amélie ha vivido en muchos sitios, encuentra el horror de la guerra y la pobreza, se refugia en el mundo dorado de la infancia, junto a su hermana mayor, de la que permanece muy próxima. A los diecisiete años descubre Europa y más precisamente Bruselas, ciudad en la que se siente extraña y extranjera. Estudia filología románica en la Universidad Libre de Bruselas, pero su apellido evoca en Bélgica a una familia de la alta burguesía católica y a un bisabuelo de extrema derecha, lo que no favorece su integración en una universidad de tendencias liberal-socialistas (sobre ello escribió una novela semi-biográfica, Antichrista). Una vez licenciada, regresa a Tokio y entra a trabajar en una gran empresa japonesa. Posteriormente relató esta experiencia penosa en su novela Estupor y temblores (Stupeur et tremblements), Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 1999, y fue llevada al cine por Alain Corneau en 2003.

Regresa a Bélgica y publica Higiene del asesino (Hygiène de l'assassin) en 1992. Es el comienzo de un éxito fulgurante, este libro fue redactado después de una trágica visión de la muerte de su hermano a manos de un borracho. En adelante, la autora puede vivir de la literatura, su pasión. Se dedica a esa actividad al menos cuatro horas diarias, y afirma escribir tres novelas al año, de las que sólo publica una.

De su estilo se ha opinado que es valioso y pedante pero a la vez cómico y con mucho carácter, propio de una mujer que ha tenido que hacerse a sí misma; nadie niega la vivacidad de sus relatos, la precisión del vocabulario, la originalidad de los temas y una mordacidad constante. Algunas de sus novelas (Péplum, Cosmética del enemigo) están constituidas de un único diálogo entre dos personajes. Maneja magistralmente el arte de lo absurdo. Fascinada por la fealdad y la monstruosidad, destaca por la descripción de personajes de rasgos extremos. Sus obras giran siempre, en sus palabras, en torno al enfrentamiento entre dos personajes, o un personaje y una situación.

Reportage Amélie Nothomb, une vie entre deux eaux saison:



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