Correos fue la primera administración pública en admitir mujeres en su plantilla. |
Durante el siglo XIX, en la mayoría de los países europeos la mujer se incorpora al mundo laboral de la Administración a través de los servicios telegráficos y postales. La mujer empezó a ejercer una profesión alejándose del rol tradicional de madre y esposa, y comenzó a surgir de forma embrionaria el principio de igualdad en este mercado de trabajo administrativo.
En 1870, un artículo de prensa especializada titulado De la participación de la mujer en el servicio telegráfico analiza el empleo femenino en Telégrafos y menciona que en países como Dinamarca, Noruega, Suecia o Suiza las mujeres fueron admitidas como agentes en todas las oficinas telegráficas ; en Italia, Hungría y Francia se las contrataba con ciertas restricciones ,mientras que en Alemania y Bélgica accedían a la profesión de telegrafista “siendo miembro de la familia del empleado y trabajando bajo la responsabilidad de aquel”. En los demás países europeos, en estas fechas, el servicio telegráfico estaba reservado a los hombres.
En España, con las reformas postales y telegráficas de 1879, se encargó a los telegrafistas la
realización del servicio postal, en los pueblos donde hubiera oficina
telegráfica, para disminuir los gastos de personal. Fueron un total de
cuatrocientas oficinas unipersonales,
en las que en 1880, los encargados de Telégrafos pudieron contratar
como auxiliares a sus familiares femeninos, « mujer, hija o hermana »,
con un jornal de 5 reales diarios. Para ser contratadas las mujeres tenían que saber leer y escribir, las reglas aritméticas básicas y manejar el aparato morse.
La primera mujer en España contratada
como telegrafista, el 20 enero 1881, fué Josefa Alvarez Portela, esposa
del encargado de la oficina de Nava del Rey (Valladolid). La
publicación especializada Revista de Telegrafos, de ese mismo año, señalaba el acontecimiento como una fecha memorable para la historia.
Un año más tarde eran admitidas cuarenta mujeres con un sueldo anual de 625 pesetas, bastante menor que el
de « Aspirante », última categoría de los telegrafistas que era de 1000
pesetas. Con la explotación e instalacion de las redes urbanas
telefónicas que se acaba de aprobar en España se le abría a la mujer
otra posibilidad de trabajo como operadora de centralitas telefónicas.
Estas iniciativas oficiales del acceso de la mujer al trabajo fueron apoyadas en el ámbito privado por la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Institución
dedicada a la educación e instrucción femenina que estuvo dirigida por
Fernando de Castro, una de las figuras más importantes de la Institución
Libre de Enseñananza. Esta Asociación creó en 1883 la Escuela de Correos y Telégrafos
para mujeres, centro preparatorio en el que después de dos años de
estudio y de prácticas de morse las alumnas obtenían el título de
Telegrafista. Estas jóvenes eran de clase media, querían emanciparse y sólo podían conseguirlo con la independencia económica que les proporcionaba un trabajo especializado como el que les ofrecía Telégrafos.
En
1884 la contratación se hizo extensiva a « mujeres solteras y viudas
de telegrafista » y además se reguló la categoría de auxiliar temporera
de Telégrafos a la que se podían incorporar las mujeres para realizar
trabajos de oficina y emisión y recepción de telegramas .
La contratación de personal femenino en Telégrafos se formalizó en el año 1909, cuando el Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, presentó al Congreso de los Diputados la Ley de Bases para la reorganización de los Servicios de Correos y Telégrafos
que recogía la incorporación de la mujer a las oficinas telegráficas
unipersonales” por ser más barato el personal femenino” Aprobada la ley
les otorgó a las mujeres telegrafistas la categoría de funcionarias.
Durante
los meses de junio y julio de 1909 se convocaron, por primera vez,
oposiciones a Telégrafos para auxiliares femeninas de segunda, con el
fin de atender el recién creado el servicio telefónico internacional. Fueron un
total de 20 plazas con un sueldo de 1250 pesetas anuales y 30 plazas
para auxiliares femeninas de tercera que cobrarían 1000 pesetas. En la
convocatoria se decía, explícitamente, que
el 50 por ciento de las plazas disponibles se reservaría para viudas,
mujeres y hermanas de funcionarios de Telégrafos. Las aspirantes a una
plaza de auxiliar femenino de tercera debían ser españolas, tener
cumplidos 16 años y no exceder de 40 y, además, presentar certificado
médico y de buena conducta.
Consuelo Alvarez Pool y Clara Campoamor |
Como curiosidad es de destacar que en estas convocatorias obtuvieron
plaza de auxiliar femenina de segunda la sufragista Clara Campoamor que
estuvo trabajando en Telégrafos durante cinco años y auxiliar femenina
de tercera la escritora de la generación del 98, periodista,
sindicalista y defensora de los derechos de la mujer, Consuelo Alvarez
Pool que ejerció su carrera telegráfica durante cuarenta años. Estas
mujeres pertenecieron a la primera generación de Telegrafistas y tienen
además el valor de ser pioneras en España en el trabajo de la Administración.
En 1911 se vuelven a convocar oposiciones
para auxiliares femeninos de segunda 60 plazas de telegrafista y 25 de
telefonista. Después de esta oposición no se volvieron a celebrarse
pruebas de acceso hasta 1936. Un gran número de las opositoras, unas
1000, que aprobaron lo hicieron sin plaza y estuvieron durante cerca de
10 años en expectativa de ingreso hasta que lo permitieran las
dotaciones presupuestarias. En 1912 el total de ingresadas fueron 102.
Consuelo
Alvarez Pool después de más de una década como profesional de la
Telegrafía, escribió, en 1918, sobre como las mujeres telegrafistas
encontraron resistencia por parte de sus compañeros, quienes
consideraban sus logros laborales como una intromisión en la esfera
administrativa. Se debía, según ella, a consideraciones de tipo económico, además un cierto temor a perder puntos en el ámbito público y no reconocer la igualdad de hombre y mujer.
Las
revistas especializadas recogen lo injustas que habían sido las
críticas dirigidas al personal femenino, cuando en las pruebas objetivas
de los concursos de aptitud en el manejo de los aparatos telegráficos,
morse, hughes y baudot, una mujer había conseguido transmitir en morse
614 palabras en treinta minutos, más que el quinto clasificado de los
hombres en la misma especialidad.
El Estatuto de funcionarios de 1918 reconocía el derecho de la
mujer a trabajar en la Administración pública como Auxiliar, pero con
discriminación salarial respecto del hombre. Nueve años antes ya habían
ingresado mujeres en esta categoría en Telégrafos.
No obstante, las diferencias continuaron produciéndose entre hombres y mujeres. Durante la Segunda República seguía habiendo una diferencia salarial en
las horas extraordinarias , mientras los hombres cobraban dos pesetas
con cincuenta céntimos la hora, las telegrafistas percibían una peseta.
En la posguerra hubo una regresión en las aspiraciones femeninas. A la diferencia de
sueldo se añadió el cambio ideológico que se tenía de la mujer, quien
debía permanecer en el hogar y ocuparse del marido y de los hijos. Si
bien, pudó opositar al cuerpo Auxiliar Mixto en 1941, aunque la
proporción de plazas reservadas para ellas no superaba el 30% de las
convocadas.
Por fin, en 1963 se realizaron algunas reformas
que permitieron el acceso a las escalas superiores de la administración
telegráfica. De un total de 41 opositores aprobados para Cuerpo General Técnico de Telecomunicación, 5 fueron mujeres.
Durante los años setenta la mujer se incorpora a las tareas de reparto en Telégrafos. Llamaba la
atención ver mujeres conduciendo una vespa para realizar un trabajo que
llevaba implícito la urgencia, como fue el caso de Maria Isabel de
Jerez que fue portada de una revista especializada, para demostrar como la mujer se iba integrando poco a poco en este servicio. La situación administrativa se regularizó en el año 1982 con la primera oposición para la escala de repartidores.
La llegada de la democracia iba a suponer una notable incorporación femenina al mercado de trabajo.
Para saber más:
Las mujeres en Correos
Telegrafistes, pioneres i dones ( Col·legi d'Ingeniers Tècnics de Comunicacions)
Consuelo Alvarez Pool y la primera generación de telegrafistas
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