Pero Ederle siempre se juzgó imbatible en la travesía del Canal de la Mancha. Sus sucesoras lo cruzarían en menos tiempo, pero también nadaron una distancia menor. El mar de aquel 6 de agosto -se echó al agua en Cap Gris-Nez con bandera roja-, las fuertes corrientes y la lluvia la alejaron del curso establecido, en torno a los 32 kilómetros, viéndose forzada a cubrir 56 kilómetros para tocar la costa inglesa.
Unas mil personas aguardaban a Ederle en la playa de Kingsdom, al sur de Inglaterra, pero el genuino homenaje se celebró en su ciudad natal, Nueva York. Una muchedumbre en torno a los dos millones inundó las calles de Manhattan y el alcalde llegó a comparar la hazaña de la joven con el milagro de Moisés al separar las aguas del mar Rojo. El entonces presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, invitó a Ederle a la Casa Blanca para honrarla como "la mejor chica americana".
Gertrude Ederle nació en Nueva York el 23 de octubre de 1905. De niña, durante un viaje familiar a Alemania, se cayó en un lago. Juró que nunca más le tendrían que rescatar del agua. Aprendió, por supuesto, a nadar y, a partir de entonces, se dedicó a la natación en contra del consejo de los médicos. Un sarampión le había afectado el oído y el contacto con el agua la dejaría sorda décadas después.
Mientras, siguió entrenando y cosechando premios. En los años veinte, Ederle rompió una serie de récords en estilo libre en distancias de entre 100 y 800 metros. Durante cinco años, desde 1921 y 1925, mantuvo un total de 29 marcas nacionales y mundiales.
Gertrude Ederle es coronada "Reina de las olas" en setiembre de 1926 en Nueva York |
Compitió por su país en los Juegos Olímpicos de París de 1924, alzándose con la medalla de oro en los 400 metros estilo libre por relevos. A título individual, se tuvo que conformar con bronce en los 100 y 400 metros. Las crónicas de la época justifican su "decepcionante" actuación en una lesión de rodilla y en la "fatiga" del desplazamiento de seis horas desde el hotel a la piscina olímpica. "Las atletas femeninas de EE UU se alojaban en hoteles apartados del centro de París porque las autoridades estadounidenses no querían que se contaminaran con lo que veían como la moralidad bohemia de la ciudad", recuerda Richard Severo en el diario The New York Times.
Al año siguiente, Ederle vio frustrado su primer intento de cruzar el Canal de la Mancha. Había nadado unos 56 kilómetros en 8 horas y 43 minutos, cuando su equipo de apoyo creyó que se estaba ahogando. Tocaron su cuerpo y quedó inmediatamente descalificada. Fue un error. Estaba descansando. El verano de 1926 demostraría finalmente que, según ella misma declaró, "las mujeres también pueden cruzar a nado el Canal".
El público no olvidó su proeza, pero la creciente sordera le afectó el ánimo. Una caída, en 1933, con malas consecuencias para la espalda, la alejaron de su deporte favorito y los médicos incluso pronosticaron que nunca más volvería a nadar. Pero seis años más tarde, durante la Feria Mundial de Nueva York, Gertrude Ederle nadó el largo de la piscina ante los aplausos de la audiencia. A partir de entonces, enseñó natación a los niños de una escuela de sordos de Nueva York. "No tengo quejas. Estoy contenta y satisfecha. No soy una persona que persigue la luna si tiene a su alcance las estrellas", dijo en una entrevista.
(Fuente: El País)
Gertrude Ederle swims the English Chanel (1926):
Para saber más:
Remembering Long-Distance Swimer Gertrude Ederle
Gertrude Ederle (Como las amapolas)
Sport Breaking Records: Gertrude Ederle (Smithsonian)