Con 24 años, en el año 1980, se compró
una BMW R60 del año 74 con 45.000 km y comenzó a viajar por Escocia e
Irlanda. Combinaba su afición a la moto con los estudios de arquitectura
y, además, trabajaba en un pub en el centro de Londres para costearse
la carrera y para pagar sus viajes.
La primera etapa de su viaje fue de
Londres a Nueva York, pagó 99 libras por su billete y 175 por enviar la
moto en un cajón. Desde allí viajó a Canadá, atravesando después todos
EE.UU hasta llegar a México y vuelta a los Ángeles para embarcar hacia
Australia. Mientras llegaba la moto ella recaló en Nueva Zelanda,
recorriendo el país a pie.
En Sydney se le terminaron los fondos y
estuvo trabajando en un estudio de arquitectura, ahorrando para poder
continuar el viaje. Después de varios meses viviendo en un garaje, no
sólo consiguió ahorrar sino que, en su tiempo libre, se construyó unas
maletas de aluminio para su BMW.
Cerca de Townsville tuvo el primer
accidente del viaje: una caída en un camino de tierra que la dejaría
bastante tocada pero, afortunadamente, su determinación de seguir el
viaje seguía intacta. Su casco, un Bell, le salvó la vida. Pasó dos
semanas en un hospital antes de continuar hacia el Norte y luego
dirigirse al Sur por el desierto interior, visitando Ayers Rock (Monte
Urulu) y la llanura Nullarbor hasta Perth.
Desde Perth la moto viajó en barco a
Singapur pero Elspeth no se quedó sentada en el puerto de destino a
esperar su llegada, dedicó ese tiempo a explorar Indonesia a pié.
En Singapur sufrió un nuevo golpe pero
este de índole bien distinta, un robo. Todos sus documentos
desaparecieron: pasaporte, visados para los países que iba a atravesar,
documentos de importación de la moto… todo. Se vio obligada a permanecer
allí durante seis semanas mientras conseguía reponer toda la
documentación.
Pero Elspeth no se rindió ante la
adversidad y, una vez tuvo los nuevos documentos en la mano se dirigió a
Tailandia y Malasia atravesando Chiang Mai y el Triángulo Dorado.
Atravesó Birmania, cosa que hoy resulta
imposible y, al volver a Penang para embarcar la moto a India, tuvo su
segundo accidente a causa de un perro que salió corriendo tras un
camión. Ella y su moto acabaron chocando contra un árbol. Esta vez,
aunque con diversas magulladuras quedó, más o menos, intacta. Esto la
detuvo durante quince días. Pero, como siempre, el destino le deparaba
una sorpresa porque las dos semanas de recuperación las pasó con una
familia de escasos recursos, la familia en cuyo jardín estaba el árbol
contra el que había chocado. “Ellos no hablaban una palabra de inglés ni
yo una palabra de thai”.
Elspeth se sorprendió al ver algunos
restos del perro que había matado en la cocina de la casa y aún más al
saber que, lo que faltaba, ya se lo habían comido entre todos, ella
incluída. “Entendí por qué estaban dispuestos a cuidar de mi: les había procurado alimento para varios días”
Ella misma reparó la moto “saqué el cilindro, enderecé los vástagos lo mejor que pude y envolví el cilindro en juntas para obtener la suficiente compresión”.
En India rodó por Calcuta y Katmandú
donde se encontró con sus padres después de dos años. Quedaron
sorprendidos al verla tan delgada y desmejorada. En Katmandú conoció a
Robert, un holandés que viajaba también en BMW y decidieron que harían
el viaje de regreso juntos. Pero antes aún tuvo tiempo de recorrer parte
del Himalaya caminando y de recorrer en solitario la India.
Salir de la India fue una pesadilla. El
asalto al templo sij de Amritsar (cerca de la frontera con Pakistán) y
el asesinato de Indira Gandhi por su propio guardaespaldas sij, habían
puesto al país patas arriba. Como resultado se requería un permiso
especial para pasar por la región del Punjab pero, lo que los políticos
habían decretado, los funcionarios tardaron en ejecutarlo. Esto trajo
consigo que un numeroso grupo de ciudadanos estuvieran esperando durante
semanas por un permiso administrativo que aún no existía. Al final,
harta de esperas y de aquella situación kafkiana, Elspeth se fabricó su
propio permiso para poder salir del país. Como los guardias de la zona
del Punjab sabían de la exigencia del permiso pero nunca habían visto
ninguno, la treta surtió efecto y pudo, por fin, entrar en Pakistán.
Elspeth en Australia 1983 |
Después de atravesar Pakistán, Elspeth y
Robert llegaron al Irán post-revolucionario con un visado de tan sólo
siete días para atravesar el país. Las carreteras eran buenas, con un
asfalto impecable pero estaba enferma de hepatitis y apenas podía
mantenerse en pie. La marcha se retrasaba de forma agónica.
Sin freno trasero a causa de una fuga de
aceite sobre el tambor, enferma y portando su casco Bell a modo de
burka durante todo el día (la confundían con un hombre), llegaron a la
frontera turca tan sólo dos horas antes de que expirasen los visados.
En Turquía pasó un tiempo recuperándose y
reparando la BMW. Cuando salió de Inglaterra Elspeth era una mujer
joven, hermosa y atractiva que pesaba 65 kg. Al llegar a Turquía
mostraba las cicatrices de un viaje duro y apenas pesaba 40 kg.
Recuperada física y anímicamente regresó
a Europa después de tres años y 70.000 km. El motor de la BMW se
desarmó y se reconstruyó por completo dejando la moto en orden de marcha
hasta la actualidad.
Elspeth Beard aún monta en moto y ha
sido propietaria de varias BMW. Después de una R 1100 GS, regresó a las
clásicas con una R 80 GS de 1998 básica, de las últimas de su especie.
Además tiene una R75/5 del 74 en estado impecable y una Yamaha Serow
(XT) para sus salidas al campo.
(Fuente: Viajoenmoto.com)
Curiosidades:
Ha habido muchas mujeres viajeras, algunas de ellas pioneras, otras como compañeras, pero todas ellas valientes y con una determinación de hierro. Aquí tienes algunas de ellas...
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